¿Por qué no? Si queremos acercar a los niños al arte, ¿por qué no a través de la comida? Y ya de paso matamos dos pájaros de un tiro. Porque no solo estaríamos enseñando obras de arte y fomentando su creatividad, sino que también acercaríamos a los más pequeños a alimentos que les cuesta comer o que no les gustan tanto, y lo mismo de manera divertida consiguen probarlos y descubren que sí les gustan.
Podríamos trabajar diferentes cuadros previamente y luego hacer un juego para ver si saben cual es cual. También podríamos pedirles que intentaran representar algún cuadro e hicieran una representación del mismo con comida.
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